sábado, 14 de agosto de 2010

La felicidad como estilo de vida

La mayoría de las personas consideran a la felicidad como un estado de ánimo que puede ir y venir por momentos, marchándose por largas temporadas o condicionada a situaciones puntuales que les suceden.

Es una posición fácil de entender pero de la cual debemos desvincularnos para conseguir que la felicidad se vuelva parte de nuestro ser, de nuestra esencia. Algo permanente.

¿Ser o estar? Ésa es la confusión. Tal vez por un contagio proveniente de la lengua inglesa, donde el TO BE no diferencia entre lo que se es y el donde se está, hemos mal entendido los conceptos que rigen nuestra existencia.

Una mujer puede ESTAR mal presentada y en ese momento no verse muy bien, pero sigue SIENDO hermosa. De la misma manera, se puede ser feliz sin que esto impida que se vivan espacios en los que estemos aburridos, desmotivados o con inquietudes. Decidirse a tomar la felicidad como un estilo de vida, en el cual buscamos el lado positivo de las cosas que afrontamos, blindando al máximo nuestra mente contra los mensajes negativos que recibimos del entorno, nos permitirá vivir mejor y conseguir que los instantes de ESTAR con la energía baja sean cada vez menores.

Así como se puede ser feliz, a pesar tener momentos de aburrimiento, también se puede optar por vivir en la amargura, con los consecuentes chispazos de alegría y de satisfacción que puedan saltar de manera esporádica.

Decidir cuál estilo de vida llevar es una cuestión personal, pero siempre será mejor volar alto y tener algunas caídas, que permanecer arrastrándose y dar breves saltos.

martes, 3 de agosto de 2010

El camino de la felicidad

Es común que nos hagan ver la felicidad como un punto hacia el cual nos dirigimos y por tal razón lo asumimos como un lugar al que debemos llegar y en el cual encontraremos la tierra prometida, plena de tranquilidad, satisfacciones y placeres.

Esta forma de asumir la felicidad generalmente se transforma en una interminable cadena de frustraciones, pues cada que se arriba a una de las metas fijadas como sitio de llegada, nos damos cuenta de que no es más que otro punto de partida para el siguiente reto que habremos de establecer.

Por eso es muy valioso entender que la felicidad no es un lugar al que se llega sino un camino que se recorre. Al igual que en los viajes que realizamos, es posible que lo mejor esté en los paisajes y placeres que podemos hallar mientras vamos en el camino, que en el destino mismo.

No permitir que el árbol nos esconda el bosque es una tarea difícil en lo relacionado con la felicidad, pues muchas veces el concentrarnos en donde consideramos está el gran tesoro, hace que nos olvidemos de recoger todas las joyas que están sobre la vía.

Disfrutar cada pequeño regalo que recibimos seguramente nos permitirá tener una mejor calidad de vida que si mantenemos a la espera de obtener el premio mayor de la lotería.