Existe una premisa fundamental e inequívoca que dice que no podemos dar de aquello que no poseemos. Es sencillo y elemental. Por esta razón debes asegurarte de que lo que quieres entregar a los demás lo tienes suficientemente disponible en tu inventario.
No puedes alimentar a nadie si tu alacena está vacía.
Muchas personas se esfuerzan en amar cuando su autoestima la tienen por el suelo. Procuran aconsejar cuando no saben cómo resolver sus propios dilemas. Se empeñan en servir de apoyo cuando ellos mismos están tambaleantes.
Por eso es necesario que, antes de pretender ofrecer, aprendamos a generar y a guardar para nosotros mismos la parte mínima que requerimos y que debe servir a la vez como semilla para que reproduzcamos la cantidad necesaria de aquello que deseamos compartir.
Ámate, respétate, perdónate, ayúdate... practica contigo mismo y el resultado cuando lo hagas con otros, serás mucho más valioso.
viernes, 20 de julio de 2012
Suscribirse a:
Entradas (Atom)